En el noticiero En Contacto de Vivencias, el vecino Ariel Brentán denunció públicamente la situación que le toca vivir de manera permanente, al vivir a menos de 900 metros de un camino público repleto de residuos que se arrojan sin ningún control.
A orillas de éste camino público, hay basura orgánica e inorgánica de todo tipo: visceras y órganos de animales, alimentos vencidos, verdura, malezas, cabezas de cerdo, cuero, huesos, bolsas, escombros, lata, vidrio, cartón, extremidades de animales, plásticos, botellas, etc. Además muchos insectos, ratas e innumerables focos de infección. Todo ésto se arroja a escasos metros del basural oficial, que durante los fines de semana y en horarios nocturnos se encuentra cerrado.
Ariel Brentán acudió a la municipalidad donde le prometieron hace dos semanas limpiar la zona, pero todavía sigue estando igual. “Pago como zona urbana y tengo prácticamente dos basurales al lado de mi casa; “ indicó molesto.
Varios sectores tienen agua acumulada y podrida, foco primario de mosquitos y un peligro con el actual brote infeccioso de dengue.
El municipio tiempo atrás limpió en varias oportunidades el sector, que al poco tiempo vuelve a llenarse de basura.
“Si no encuentro solución, llamo a medioambiente de la provincia, porque se me va la paciencia” dijo Brentán quien comentó que frecuentemente se inician fuegos con un humo tóxico que invade su vivienda.
Lo más triste e indignante es que la basura arrojada ya tapó un gran cartel del municipio que advierte de la prohibición de arrojar residuos en esa zona. Y ésto sucede en pleno siglo 21, con una conciencia global de cuidado medioambiental y en el plano local con un sistema de separación de residuos, recolección diaria y planta de reciclado municipal.
“La gente sigue tirando, estamos mal, tiran donde quieren y sin control” cerró Brentán.