En el marco de un proyecto sostenido por la Municipalidad de Monte Buey para fortalecer la trayectoria educativa desde sus inicios y evitar el abandono escolar en otras etapas, se llevaron a cabo evaluaciones de madurez neuropsicológica en niños y niñas de sala de 5, cuyos resultados fueron entregados de forma personalizada a las familias éste miércoles.
Las pruebas forman parte de una estrategia de articulación entre los niveles inicial y primario que busca prevenir la deserción escolar en el nivel secundario. La iniciativa, que se implementa desde hace varios años, incluye encuentros individuales entre los alumnos y una docente especializada, quien aplica una serie de test estandarizados que permiten detectar posibles dificultades de aprendizaje en una etapa temprana.
Durante el primer semestre de 2025 se evaluaron 70 niños y niñas del nivel inicial en Monte Buey. Las pruebas analizan múltiples dimensiones del desarrollo, como atención, psicomotricidad, estructuración espacial, visopercepción, ritmo, memoria visual, fluidez verbal y lenguaje en sus distintos aspectos. A cada estudiante se le asigna un puntaje global que orienta futuras intervenciones pedagógicas.
La encargada de realizar las evaluaciones es la licenciada en psicopedagogía Norma Marimón, quien explicó que el proceso comienza con una reunión informativa con las familias. “Les explico de qué se trata, tienen un pantallazo general y firman la autorización. Después visito los jardines, y ahí trabajo con cada niño de manera individual”, detalló.
Marimón subrayó el enfoque preventivo del proyecto: “Este es un test psicométrico, que mide. Lo que se intenta es prevenir situaciones que puedan instalarse y dificultar el aprendizaje”.
La especialista enfatizó que no se trata de detectar “problemas”, sino de acompañar a los niños en sus tiempos de maduración. “Quiero desterrar la palabra problema, porque en realidad no son problemas, son desafíos que se les presentan. Problema podría ser cuando ya está instalada una situación más adelante. Hoy son desafíos, y los niños pueden ir sorteándolos, porque están en plena maduración neurológica. Hay que estimular, nada más”, explicó.
También hizo hincapié en el rol de las familias, dado que los niños pasan la mayor parte del día en sus hogares. “A la educación formal asisten tres o cuatro horas. El resto del tiempo están en casa, y es ahí donde necesitan el estímulo. Siempre desde lo lúdico, desde el juego, no desde la exigencia, porque eso puede afectar el vínculo con los adultos. El acompañamiento amoroso es fundamental”, concluyó.