Cristina Greve y Leandro Bottasso están casados y residen en Bell Ville, su lugar en el mundo donde crían a su hijo Ramiro y desde el que hacen base para entrenar y competir en todos los rincones del mundo. Participaron del último cicloturismo rural del Club Matienzo y en la presentación del evento, en conferencia de prensa, compartieron su experiencia deportiva en lo más alto del ciclismo mundial, pero también su vida diaria ligada a la familia, el trabajo, el estudio, los entrenamientos y las competencias.
Leandro es el argentino con más títulos acumulados en la historia del ciclismo nacional y fue Campeón Panamericano años atrás, además de acumular una decena de medallas subiéndose al podio en ese certámen continental. Corre competencias de velocidad en pista cerrada y frecuentemente debe viajar a Córdoba, Rosario o Río Cuarto, lugares más cercanos que poseen esa infraestructura clave. Contó que habría sido de él si su padre no hubiera vendido su auto para comprarle una bicicleta competitiva cuando era adolescente: “Fue una apuesta arriesgada de él y le salió bien; eso indica lamentablemente el costo que tiene este deporte para estar en el alto rendimiento y no dar ventajas con el resto del mundo; cuando yo tenía 16 años y mi papá no sabía si yo iba a seguir corriendo en bici, surgió la necesidad de comprar una buena bicicleta y la única manera era empeñar algo, fue el auto, y acá estamos” dijo sonriente y emocionado Leandro, manifestando la importancia del apoyo familiar a la hora de proyectar un deportista de alto rendimiento.
Además de algunos sponsors y erogaciones económicas propias, Leandro sostiene económicamente su carrera deportiva con becas de la Secretaría de Deportes de la Nación, del Enard que recibe un 1 % de cada factura de teléfonos celulares para destinar al deporte amateur y también una beca de la Agencia Córdoba Deportes.
Cristina Greve, siete veces campeona argentina y medallista sudamericana, contó cómo lleva adelante su vida cotidiana siendo ama de casa a cargo de un hogar, la atención de su hijo de 8 años, el compartir el hogar con otro ciclista que pasa poco tiempo en su Bell Ville natal, cursar sus estudios universitarios en Educación Física en la ciudad de Villa María y además de todo ello, entrenar diariamente y viajar de manera frecuente a las distintas competencias nacionales e internacionales: “A las 6 de la mañana entreno en ayunas en los rodillos, a las siete voy al gimnasio, luego me voy en auto a estudiar a Villa María y me llevo la bici para entrenar entre las clases, lo hago porque tengo muchas ganas y la familia de Leandro ayuda mucho con el negocio familiar y la crianza de Ramiro”.
Greve admitió que más de una vez pensó en dejar el ciclismo profesional: “Pensé mucho en dejar de correr porque me tiraba Ramiro porque no quería estar alejada de su crecimiento, pero no me imagino mi vida sin la bici”. En una frase sintetizó lo difícil que es en estas latitudes entrenar en igualdad de condiciones a las potencias de élite del mundo del ciclismo: “A veces no se cumplen los objetivos trazados porque un deportista de alto rendimiento necesita sus horas de descanso, de entrenamiento, de buena alimentación y yo cumplía todo a medias muchas veces”.
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