En la tarde de este jueves, un grupo de amigos de Monte Buey encabezados por Carlos Cremasco inició una travesía a caballo con un objetivo especial: cumplir una promesa realizada tiempo atrás. La denominada Cabalgata de Amistad y Fe busca unir tres advocaciones marianas: Nuestra Señora de las Mercedes, ubicada en la Comuna de Saladillo; la Virgen de Nuestra Señora de Luján; y Santa Lucía, patrona de la vista.
El punto de partida fue la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, donde se realizó un sencillo acto de despedida. Allí, el padre Néstor Pucheta brindó una bendición y unas palabras de aliento a los cabalgantes, resaltando el valor de la fe y el compromiso que representa este viaje.
Carlos Cremasco explicó que esta iniciativa tiene un profundo sentido personal: “Cuando pasan cosas malas, uno se aferra a esa fe y, bueno, la palabra se debe cumplir. Cuando uno está desesperado, dice muchas cosas, pero al final hay que respetar lo que uno prometió”.
Cremasco recordó el origen de la promesa que hoy lo lleva a emprender esta travesía: “Mi hijo sufrió un accidente en un ojo y le prometí a la Virgen Santa Lucía que, si su ojo se componía, iba a ir de cabalgata hasta allá y también a la Virgen de Luján. Hoy estoy cumpliendo esa palabra”.
El grupo que lo acompaña está integrado por su padre, quien viaja en un vehículo de apoyo con un carro; Mario Delgado de Morrison, que conduce una casilla y otra camioneta; y los jinetes Ricardo Martínez de Inriville, junto a Sebastián Martínez de Las Rosa y su hijo Damián.
LOGÍSTICA
La logística es clave para sostener los diez días de marcha previstos hasta Luján: “Llevamos freezer, comida, grupo electrógeno, lugar para cocinar, alimento y medicamentos para los caballos, bolsos, ropa y capas para la lluvia. Todo lo necesario para no depender de nada durante el camino”, detalló Cremasco.
El plan diario contempla recorrer unos 40 kilómetros (siempre por caminos de tierra), divididos en dos tramos de 20. Cada jinete dispone de dos caballos para alternar y darles descanso. “Ya hicimos el recorrido en la camioneta, tenemos definidos los lugares de parada. La idea es caminar 20 kilómetros con un caballo, parar a comer y después cambiarlo para hacer los otros 20”, explicó.
Padre, hijo y nieto
La experiencia tiene un valor especial para Carlos, ya que viaja con su hijo y cuenta con la compañía de su padre, quien mucho tiempo atrás realizó la misma cabalgata: “Es un plus. Siempre quise hacerlo desde chico, pero cuando él fue yo no pude ir. Ahora que está la posibilidad, me acompaña… y qué más se puede pedir en la vida”, concluyó.